domingo, 3 de junio de 2007

El Caballero de la Armadura Oxidada

El Caballero de la Armadura Oxidada: caballero medieval llega a hacerse famoso por su armadura que compite en esplendor con el sol. Nadie puede ganarle en el campo de batalla. Pero está tan ufano de su armadura que nunca se la quita, su familia esta harta. Luego de mucha insistencia, el caballero decide quitarse la armadura, pero no puede.

Me suena familiar, creo que todos nos ponemos encima algo para ocultar quien somos realmente: vestidos, estudios, prototipos. Se nos hace todo tan nuestro que es como una segunda piel, la que vamos creando desde que decidimos rodearnos de gente y moldearnos según sus gustos. Nos da miedo ser. Nos ponemos barreras para ocultar quienes somos, luego un día quedamos atrapados tras las barreras y ya no podemos salir.

Pero la historia de nuestro caballero no termina aquí. Tan decidido a deshacerse de su armadura que se encamina en busca de la solución a su problema. Es aquí cuando se encuentra con el mago Merlín, él le hace darse cuenta de que toda su vida ha estado perdido y que es necesario que comience a ver con el corazón lo que le rodea. Así lo hizo, entendió que si no se amaba, no podría amar al resto realmente, su necesidad de ellos se interpondría. Me parece que este problema es muy actual, la necesidad de amor y de afecto que fortalecen la seguridad tan anhelada hoy en día por cada uno de los hombres que habitan este planeta, no es fruto de nuestra propia naturaleza. Tendemos, sobre todo en estos días de creciente deshumanización, a buscar en los otros este cariño necesario, necesitamos que nos quieran, necesitamos. No podremos amar realmente si la necesidad de quienes amamos y nos aman está primero, para eso debemos querernos como somos, aceptarnos, bastarnos, el amor propio debe ser el suficiente para poder ir por la vida sin rogar por cariño, sino que buscar el verdadero amor.

El caballero caminó por el sendero de la verdad, en el que se encontró con sí mismo cuando le toco callar, se encontró con la sabiduría y la comprensión cuando tuvo que conocer y donde sólo pudo contar consigo mismo cuando necesitó ayuda. Supo que el miedo y la duda son ilusiones y aprendió a amar en ves de necesitar. ¿Viviremos todos en una armadura como la del caballero? ¿Nos limitaremos a vivir bajo la armadura por siempre? ¿Será así la vida o nosotros la hacemos así? Quizá la filosofía del ser humano es muy complicada, ¿pero que tan complicada y enredada puede ser la verdad?

Lo peor es darme cuenta que toda esta filosofía de vida es tan sencilla y connatural a mi misma que difícil es no haberme dado cuenta de ello antes. Pero creo que llevamos toda nuestra vida oyendo mentiras de la sociedad que quiere imponernos una imagen de quien no somos en ves de dejarnos simplemente ser y nosotros como esclavos del presente nos dejamos llevar por la sociedad, que nos consume, que nos exige ser de una forma determinada. Pero el error sigue siendo nuestro ¿Qué importaría lo que nos dijera la sociedad si tuviéramos realmente claro quienes somos y quienes queremos ser?

En la vida todo pasa, la gente te deja, los amigos cambian, sólo yo sigo conmigo siempre, ¿Qué pasa si mañana me encuentro sola y me doy cuenta que soy quien yo nunca quise ser? Lamentablemente no hay paso atrás, el tiempo pasa, deja huellas. Mis máscaras son probablemente la suma de situaciones, dificultades, prototipos, falsos ideales que el tiempo ya dejó atrás y el presente no puede reconfigurar. Nuestras armaduras no son de metal como la de nuestro caballero, son de irrealidad, ironía, supuestos, barreras que encierran al yo vivo, eterno, real que hay en nuestro interior. Somos victimas de la generalización y de la discriminación, pero por otro lado somos los culpables de que el resto se ponga máscaras con las cuales ocultarse.

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